A lo largo de muchas publicaciones, hemos incidido en la cantidad de usos distintos que pueden tener las naves industriales, al ser espacios que pueden dedicarse a actividades productivas, de envasado, de almacenamiento o de distribución logística. Además, precisamente, las grandes construcciones orientadas a este último fin han adquirido un papel fundamental para el despliegue del modelo actual de comercio online, como también tuvimos ocasión de ver en un post anterior.
Pero, hay más tendencias actuales que anuncian una importante funcionalidad adicional de las naves industriales, ya que los nuevos modelos de construcción industrializada de viviendas que están emergiendo trasladarían al interior de fábricas muchos de los procesos que actualmente se realizan a pie de obra.
¿Qué se entiende por construcción industrializada?
La propia definición de construcción industrializada de viviendas designa a aquellos inmuebles residenciales, ya sean casas o edificios, cuyos componentes han sido fabricados mediante procedimientos industriales, en un lugar distinto al de la ubicación de la obra y luego trasladados a esta para su ensamblaje y montaje.
La aplicación de este sistema industrial en los proyectos de construcción de casas permite ganar en circularidad, al optimizarse los procesos de trabajo, el consumo de recursos y la utilización de materiales.
Asimismo, con este modelo los componentes inmuebles serían desmontables para, por ejemplo, reaprovechar los materiales que actualmente se pierden en las demoliciones.
Diferencias entre construcción industrializada y prefabricación
No habría que confundir construcción industrial con prefabricación, un sistema que ya se utiliza hace mucho tiempo tanto para construir casas como realizar algunos componentes de ciertos tipos de naves industriales, algo que hemos visto también en alguna ocasión.
La diferencia sustancial estribaría en que con la prefabricación no se cambian significativamente los métodos constructivos para erigir las viviendas, tan solo la localización que deja de ser ‘in situ’ (aunque ello conlleva múltiples ventajas) para hacerse en una nave industrial, por ejemplo. Mientras que con la construcción industrializada se da una automatización y robotización, que es sobre la que se sustentan todas las optimizaciones de recursos que veíamos.
Ventajas de la construcción industrial de viviendas en naves industriales
Pero al margen de una mayor sostenibilidad de los procesos constructivos, la industrialización también conllevaría una reducción de tiempos y de necesidades de dedicación de mano de obra, incluyendo una buena porción de la especializada que en la actualidad resulta difícil de cubrir.
Todo ello se traduciría en un aumento de la productividad, y en una disminución de los costes de construcción, que en teoría se reflejaría en el precio de la vivienda, que como sabemos en países como en España supone un auténtico problema con profundas repercusiones.
Asimismo, la aplicación de sistemas industriales de construcción residencial permitiría la implementación de estándares de calidad que se aplican en sus procesos, ahuyentando también el estigma asociado a las viviendas prefabricadas actuales.
De este modo, la industrialización se convertiría en sinónimo de mejora de la calidad, automatización de la ejecución, trazabilidad completa de los procesos, mayor sostenibilidad y una circularidad que va en plena sintonía con los requisitos de reducción de impacto ambiental y plena eficiencia energética de la Agenda 2030-2050 de la Unión Europea.
La fabricación de casas en naves industriales en cifras
Con todo, cabe resaltar que esta tendencia de industrializar la construcción de viviendas es todavía muy incipiente en España, al no llegar al 2% los inmuebles residenciales erigidos bajo este modelo, ya se trate de casas unifamiliares o de edificios completos. Estos datos contrastan con la mayor implantación en el resto de Europa, con países como Holanda con porcentajes de casas realizadas en fábricas que alcanzan el 50%, mientras que en Alemania o el Reino Unido, sin llegar a esos niveles, sí que hay una mayor penetración de este sistema, que abarca respectivamente 9% y el 7% del total de viviendas construidas.
Pero, en cualquier caso, en nuestro país también se prevé una tendencia al alza en la construcción industrial de casas, con proyecciones que hablan de hasta un 40% del total en 2030, frente a otras que apuntan a guarismos más modestos, del 10 o el 15% en un horizonte de unos cuatro o cinco años vista.
Lo que sí resultaría indiscutible es que se trata de un modelo en expansión, que reforzará el rol dentro del tejido productivo de un tipo de construcciones como las naves industriales, unos espacios que lejos de quedar obsoletos están emergiendo como el epicentro de la Industria 4.0, el nodo logístico clave que hace factible la expansión del comercio electrónico y, como hemos visto, los entornos necesarios para una construcción residencial más sostenible, precisa, eficiente y ahorrativa.